RECONFIGURACIÓN DEL MUSEO DE SITIO DE RUMIPAMBA EN QUITO

Abstract

El presente proyecto arquitectónico, desde el origen y materialización de la propuesta se manifiesta con lineamientos que están sumamente ligados a los antiguos pobladores, al territorio en torno al cual nuestros ancestros se reunían, y donde la naturaleza se muestra en un aspecto de adoración y ocupación fundamental. Al comprender el lugar, la relación de lo descubierto y la interpretación de lo valioso, se entiende la necesidad de conservar y proteger espacios que permitan la reinvidicación de las culturas ancestrales. La propuesta se centra en luces y sombras cambiantes del sol, iluminación privilegiada en el centro del mundo que alteran la realidad. Estas continuarán manifestándose y realzando cada huella ancestral en Rumipamba, la de transformar la realidad y hacerla aparecer como algo distinto. La alteración, la modificación, la evolución de la apariencia de las cosas, es quizás más evidente que su transformación material, y en esa superficie, la luz natural se presenta como el material más evidente, más perceptible y más real; un encantamiento, brindado por los dioses, que sostiene nuestra cercanía a lo inesperado, y nuestra inclinación a una vida en constante cambio y movimiento. Tomando en consideración la percepción del espacio, se puede observar como la luz se expresa durante el día de forma distinta de acuerdo a su transcurso generando distintos ángulos de rayos solares y esto sucede debido a que el sol se encuentra sobre el ecuador celeste sobre todo del 20 al 21 de marzo y del 22 al 23 de septiembre (equinoccio), así como en la época en que el sol se halla en uno de los dos trópicos, lo cual sucede del 21 al 22 de junio en el de cáncer y del 21 al 22 de diciembre para capricornio (solsticios). Debido a estos factores y por su ubicación cercana a la mitad del mundo, el proyecto aprovecha la iluminación perpendicular, y favorece el transcurso dinámico que realza la ubicación, valores estéticos y simbólicos de los vestigios. El espacio entendido como algo inamovible , cualificado por valores estéticos, es ya tan sólo una pequeña muestra de lo que existió. El proyecto de reconfiguración del museo de sitio de Rumipamba se desarrolla en una nueva capa con una afectación mínima y sutil, la naturaleza ha sido respetada y apreciada; un espacio que se conforma con ser un trayecto para la contemplación, y que aspira a ser un escenario para la interpretación. La arquitectura queda así cualificada por aquello que está en continua transformación, y conecta con el carácter vital de las personas y la temporalidad, al convertirse éstas en las que modifican los ámbitos donde su actividad se desarrolla. El entendimiento del paisaje y del territorio al introducir el recorrido en el yacimiento permite conectar permanencias. En ese momento se desvela la materialidad y el paso del tiempo, cuarta dimensión indispensable para crear lugares con experiencias. Quienes lo transitan y lo ocupan permiten realzar este espacio físico sintiéndolo, interactuando, transformándolo y apropiándose del proyecto. La capacidad de desarrollarse, de dar una nueva forma a las cosas se sitúa en primer plano, exigiendo una alteración de lo habitado, tanto en el modo de ser construido como en la manera de ser interpretado.